Hubo una
vez un niño que descansaba sobre los maizales. Hacía mucho calor y pronto se
quedó dormido. Tuvo un sueño en donde se le apareció una masa que no sabía de
dónde venía ni qué hacía allí. Se acercó a ella. La tomó entre sus manos y
comenzó a moldearla. Le hizo orejas, una cola, un hocico y unas patas. Y cuando
despertó, el perro estaba allí. Le llamó Místico y su color era negro con
blanco, sus orejas no eran muy largas y su cola no era muy grande. Desde ese
entonces, al niño le gusta dormir cerca del maizal, porque sabe que sus sueños
se hacen realidad.
Cristian, 11 años
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